Baja California vive una semana marcada por la indignación social y el contraste entre la exigencia de justicia y las celebraciones políticas. Mientras la ciudadanía clama por seguridad y castigo ante los feminicidios de Jocelin Dianneth en Mexicali, la clase política parece concentrada en sus propios actos de consolidación y control, como si el dolor de las víctimas fuera un asunto secundario.
El feminicidio de Jocelin Dianneth —una joven madre asesinada brutalmente en la capital del estado— ha detonado una ola de indignación en redes sociales y en las calles. Colectivos feministas y ciudadanos exigen que el caso no quede impune y que las autoridades de procuración de justicia actúen con perspectiva de género, en un contexto donde Baja California acumula uno de los índices más altos de violencia contra las mujeres a nivel nacional.
En medio de este clima de tensión social, Claudia Sheinbaum celebró en el Zócalo de la Ciudad de México su primer año de gobierno, en un acto multitudinario que mostró tanto la fuerza de su estructura política como las fracturas internas de la 4T. Entre discursos sobre “unidad nacional” y “continuidad del proyecto”, la realidad contrasta: el país enfrenta desafíos de violencia, desigualdad y desconfianza hacia las instituciones.
La coyuntura deja ver dos realidades paralelas: la de una sociedad que clama justicia, y la de una clase política que celebra logros y proyecta unidad. En medio, la percepción ciudadana es clara: la justicia no puede esperar, y los discursos ya no bastan.
Baja California demanda instituciones que respondan con eficacia, sensibilidad y compromiso real. Mientras tanto, los feminicidios siguen recordándonos que la deuda más grande del Estado no es política, sino humana.
📍 Mesa de Análisis Político de Baja California – En Línea BC
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