
El Xoloitzcuintle, también conocido como “xolo” o “perro azteca”, es una de las razas más antiguas y emblemáticas de México. Su historia se remonta a más de tres mil años, cuando las civilizaciones prehispánicas lo consideraban un guía espiritual. Su nombre proviene del dios Xólotl, deidad del ocaso y el inframundo, y de la palabra náhuatl itzcuintli, que significa perro.
Según la mitología mexica, los xoloitzcuintles acompañaban a las almas de los muertos en su travesía por el Mictlán, el inframundo. Se decía que el perro ayudaba a cruzar el río Apanohuacalhuia, que separaba el mundo de los vivos del de los muertos. Sin su guía, las almas se perderían para siempre. Por ello, muchos pueblos prehispánicos enterraban a los difuntos junto a uno de estos perros, asegurando su paso hacia la eternidad.
Esta conexión espiritual se mantiene viva en la conmemoración del Día de Muertos. En los altares tradicionales, el Xoloitzcuintle aparece como símbolo del compañero fiel que guía a las almas de regreso al mundo de los vivos. En algunos pueblos indígenas, se colocan figuras de barro con su forma o representaciones en papel picado, recordando su papel como guardián de los caminos del más allá.
Más allá de su simbolismo místico, el xolo también ha sido un compañero terrenal muy apreciado. Se le atribuyen cualidades curativas, especialmente para aliviar el reumatismo y otros dolores musculares, debido a la calidez de su piel. Las antiguas culturas lo consideraban un animal sagrado y, a la vez, una fuente de bienestar físico y emocional.
Con la llegada de los colonizadores, la raza estuvo al borde de la extinción, pues se asoció erróneamente con la superstición. Sin embargo, comunidades rurales del occidente y sur de México conservaron la tradición de criarlos, permitiendo su supervivencia hasta nuestros días.
Hoy en día, el Xoloitzcuintle es reconocido como símbolo nacional de México. En 1956 fue declarado “raza autóctona mexicana”, y su imagen aparece en obras de arte, monedas y esculturas. Artistas como Diego Rivera y Frida Kahlo lo incluyeron en sus pinturas, representando no solo su exotismo, sino también su profundo vínculo con la identidad y la espiritualidad del pueblo mexicano.
Entre sus características más notables están su falta de pelo —aunque existen variantes con pelaje corto—, su piel oscura y su mirada serena. Es un animal leal, inteligente y tranquilo, lo que lo convierte en un excelente compañero.
En la actualidad, el Xoloitzcuintle encarna la unión entre la vida y la muerte, la tradición y la modernidad. Su figura no solo recuerda el pasado ancestral de México, sino también la creencia en que la muerte no es el final, sino un tránsito donde incluso un perro puede ser nuestro guía hacia la luz eterna.
ANP.



