
Tijuana.- La llamada “migración inversa” se refiere al fenómeno por el cual personas que inicialmente migraron hacia los Estados Unidos o aspiraban hacerlo, ahora optan por regresar o moverse al sur. Según la agencia Reuters, muchos venezolanos están emprendiendo esta ruta de retorno tras quedarse sin opciones de ingresar al país.
Especialistas señalan que el endurecimiento de las políticas migratorias impulsadas por Donald Trump ha sido un factor clave. La expulsión de vías de asilo, el cierre de programas humanitarios y la promesa de una “migración neta negativa” han empujado a miles a reconsiderar su trayecto.
Una de las rutas más peligrosas del retorno es la travesía por el Darién, la jungla entre Panamá y Colombia. El New York Times señaló que la crisis humanitaria ahí se ha endurecido, pues ha cobrado la vida de dos niñas: en febrero, una menor venezolana de 8 años se ahogó cuando volcó la embarcación donde viajaba su familia, y este lunes, una niña colombiana de 3 años murió tras volcarse frente a la costa caribeña de Panamá.
Activistas han evidenciado que la presión por regresar no es completamente voluntaria, ya que muchos migrantes han manifestado que “preferimos estar en Venezuela que seguir esperando una visa que no llega en México o Panamá”, como dijo uno de los afectados. La falta de documentación y condiciones críticas los empujan a dar vuelta al viaje.
“Este cambio en los flujos migratorios no solo refleja una elección individual, sino una reconfiguración de la movilidad internacional. Las personas ya no solo huyen hacia el norte, sino que también retroceden, atrapadas en rutas liminales sin protección ni alternativas fluidas”, señaló Al Jazeera.
Gobiernos como el de Panamá han denunciado que el fenómeno desborda sus capacidades, esto supone una urgente necesidad de respuestas para atender retornos, garantizar derechos y ofrecer caminos dignos. Mientras tanto, vidas humanas —incluyendo niñas y niños— siguen pagando el precio de esta nueva realidad migratoria.
ANP.



