Advierten sobre la violencia química; azota principalmente a mujeres de entre 20 y 30 años

Tijuana.- “La violencia machista y el ácido me arrebataron mi identidad, mi libertad humana. Cuando me arrojó el ácido, él mandó un mensaje a todas las mujeres, que, si no obedecemos, nos van a castigar de esta misma forma”. 

Es el testimonio de Carmen Sánchez, sobreviviente de un ataque con ácido en 2013, que le quemó el 65% del cuerpo y le ha exigido 68 cirugías en 11 años, quien se convirtió en otro rostro de la lucha contra la violencia química en México, al fundar la organización que lleva su nombre. 

Denuncia que sustancias letales como ácidos, tíner, gasolina, sosa cáustica y más de 25 mil compuestos letales se venden sin control en cualquier ferretería o tiendita al alcance de agresores que actúan con impunidad, ya que 99% de ellos evaden la justicia bajo penas de solo 5 a 10 años por lesiones agravadas. 

¿Sabías que la violencia química azota principalmente a mujeres jóvenes de entre 20 y 30 años que intentan romper ciclos de abuso con agresores, ya sea parejas o conocidos cercanos? En el caso de Carmen, fue su exesposo quien la atacó. Ella lo denunció por violencia y amenazas en tres ocasiones anteriores cuando incluso la intentó asesinar, enterrándole un picahielo en el estómago. 

Carmen asegura que fue desprotegida por las instituciones, pues ya una vez cometida la agresión y tras siete años de libertad, Efraín fue sentenciado a 46 años y ocho meses de cárcel por feminicidio en grado de tentativa. Una sentencia histórica en América Latina. 

En cuanto a antecedentes, en 1988 se registró el primer caso de ataque con ácido en México y América Latina. No se judicializó ni se investigó. María López Tovar enfrentó sola su lucha. Lleva 31 cirugías reconstructivas. 

Por ello es que asociaciones como la de Carmen Sánchez exigen tipificar este delito como autónomo, con castigos de 40 a 70 años equiparables al feminicidio, además de que se brinde apoyo integral para las víctimas que tienen que enfrentar largas hospitalizaciones, decenas de cirugías, pérdida de visión, desfiguración y trauma psicológico que derivan en desempleo, abandono escolar y aislamiento social.