Reflexión | Disección Urbana.

Nochebuena en Tijuana

Por Galileo Galilei

“Pensar es un acto de valentía; sentir al otro, un acto de humanidad.”

La Nochebuena en Tijuana debió haber sido un tiempo de encuentro, paz y consideración mutua.

Sin embargo, el uso indiscriminado de pirotecnia evidenció algo más profundo que una simple tradición: dejó al descubierto una preocupante falta de empatía y una clara desvalorización de la vida en sociedad.

Cada estallido no solo rompió el silencio de la noche; también alteró la tranquilidad de niñas y niños, de personas adultas mayores, de quienes vivían con alguna condición de salud y de los animales, seres sintientes que experimentaron miedo y angustia ante el estruendo.

La indiferencia frente a estas realidades normalizó el “yo primero” y debilitó el sentido de comunidad.

Celebrar terminó convirtiéndose, en muchos casos, en un acto que generó sufrimiento. La convivencia se vio desplazada por el ruido, y el respeto por el bienestar colectivo quedó en segundo plano.

Cuando una ciudad festejó sin pensar en el otro, el ruido fue protagonista, pero los valores estuvieron ausentes.

La crítica es inevitable: mientras se habló de unión, amor y paz, se actuó con indiferencia y egoísmo.

En Tijuana, aquella Nochebuena dejó claro que el problema no fue la pirotecnia, sino la incapacidad de reconocernos como una sociedad responsable, empática y verdaderamente solidaria.