El lapicito de Salinas Pliego y “los amigos” AMLO y Javier Alatorre

Acostumbrado a salirse con la suya en sus peleas con el gobierno, esta vez el dueño de TV Azteca ya perdió; debe aceptarlo para no perder todavía más.

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sdpnoticias.com

Por: @FedericoArreola

El diario Milenio nació gracias al esfuerzo de mucha gente que le dio forma al proyecto —Francisco González, Enriqueta Medina, Luis Burgueño, René García, Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio, Carlos Marín—, pero también por el apoyo de última hora, más que generoso, del empresario Mario Vázquez Raña.

A mí me tocó encabezar todo el trabajo; por lo tanto, fui el más preocupado cuando me informaron que la rotativa que habíamos adquirido para imprimir el periódico simple y sencillamente no funcionaba.

Faltaban unas semanas para el primero de diciembre del año 2000, día que se había elegido para que circulara el número inicial de Milenio Diario —existía en ese tiempo Milenio Semanal—, así que dediqué prácticamente todo mi tiempo y esfuerzo a buscar opciones de impresión. No hubo suerte, ninguna de las imprentas que visité podía hacer la maquila.

Por fortuna, pocos días antes del final de 1999 el señor Guillermo Chao, a quien vi por casualidad, me recomendó hablar con su entonces jefe, Mario Vázquez Raña, propietario de El Sol de México y La Prensa. Chao me llevó con don Mario, este hombre me escuchó y aceptó rentarnos la capacidad ociosa de uno de sus talleres para imprimir Milenio.

El lapicito

Durante muchos meses el diario de Pancho González se elaboró en las instalaciones de La Prensa, después de que ahí terminaba la maquila de la versión mexicana de El País, de España.

En aquel Milenio la línea editorial era que no había linea; todos éramos criticables, no solo los políticos y los empresarios externos, sino también los directivos del diario y hasta el dueño. Entonces, varias veces que algunos columnistas, sobre todo de deportes, cuestionaron a Vázquez Raña, nadie pensó en no publicarles como una elemental cortesía con el hombre que hacía posible la manufactura del periódico.

La segunda o tercera vez que eso ocurrió, el señor Vázquez Raña me llamó y me invitó a tomar un café. Me dijo: “No creas que no me doy cuenta de que me critican; me despiertan en la madrugada para preguntarme si quitamos esas columnas. Como no es mi periódico, no me meto. Pero ya estoy pensando en que sí debo publicar algunos artículos que me han llegado sobre Pancho González; no he querido hacerlo por respeto a él, que es mi amigo y ahora cliente, pero quizá debo cambiar de idea”.

Argumenté frente a don Mario lo mencionado de que “la línea en Milenio es que no hay línea” y repetí una frase de Carlos Marín: Milenio es un proyecto de libertades”. El señor Vázquez Raña no me creyó. “Son fantasías buenas para el discurso”, me dijo y tomó un lápiz: “¿Ves este lapicito? En todos los diarios alguien tiene un lapicito con el que señala qué sí se publica y qué no. Alguien en Milenio pone el lapicito en mi contra”.

En la mayoría de los medios el lapicito del dueño dirige de todas, todas a los periodistas, pero hay excepciones. Carmen Aristegui, por ejemplo, por ignorar el lapicito de la familia Vargas fue despedida de MVS.

Hay medios en los que el lapicito del propietario es elegante, sutil, delicado. En otros, el lapicito es una brocha gorda. Los dueños no se andan con finuras a la hora de tirar línea a sus periodistas. TV Azteca es una de estas últimas empresas mediáticas, todos en el gremio lo sabemos.

Ningún periodista está obligado a jugar al héroe frente al patrón. Es parte de la libertad de cada quien aceptar lo que le impone la dirección y conservar el empleo o, de plano, rebelarse e irse a otro lado a buscar trabajo. Javier Alatorre, en TV Azteca, sabe que entre sus obligaciones está la de obedecer a su jefe, Ricardo Salinas Pliego. Así ha sido desde que este empresario compró la televisora del gobierno.

Esa es una verdad que, por lo visto desde el pasado viernes, no solo es conocida en la industria mediática: ya quedó claro que todo México está consciente de lo anterior. La gente molesta por las críticas que Alatorre le hizo a López-Gatell culpó al periodista, sí, pero especialmente culpó al propietario de TV Azteca.

De hecho, creo que las personas indignadas por el llamado de Alatorre a desobedecer al subsecretario de Salud han protestado menos fuertemente contra el conductor del noticiero de TV Azteca que contra el dueño de la televisora, Ricardo Salinas Pliego.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, dio un mensaje este sábado en el que dijo que su “amigo” Javier Alatorre se había equivocado con el comentario contra López-Gatell, pero que respetaba su libertad. Para AMLO el periodista de TV Azteca se equivocó y pidió no lincharlo por pensar de una manera distinta.

Estoy seguro de que Alatorre es amigo de López Obrador, pero en TV Azteca tiene el presidente de México otro amigo, seguramente más cercano: Salinas Pliego. Si AMLO en su mensaje no mencionó al propietario de TV Azteca —lo que habría sido lógico si hubiera querido justificarlo—, ello solo pudo deberse a que no lo ve en la misma categoría del periodista Alatorre: la de quienes, aunque se equivoquen, actúan de buena fe.

Considero que no es un abuso de la interpretación concluir que lo anterior significa que hay molestia en lo más alto del poder en México con lo que hizo Salinas Pliego. Y debe ser una molestia enorme. Solo un gran enojo del presidente López Obrador puede explicar el durísimo e inédito apercibimiento público de la Secretaría de Gobernación a TV Azteca:

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«Se le conmina a la televisora conocida públicamente como Televisión Azteca, a cumplir las disposiciones del Consejo de Salubridad General, en el marco de emergencia sanitaria como lo es la pandemia por el virus COVID-19».
«De conformidad con la Constitución y la legislación aplicable, se le APERCIBE a manifestar públicamente su respeto a las disposiciones sanitarias contenidas en la Declaratoria de Emergencia Sanitaria.
Haciendo de su conocimiento, que, en caso de incumplimiento, esta Secretaría iniciará el procedimiento administrativo sancionatorio establecido en la ley».
Secretaría de Gobernación

Salinas Pliego tiene dos opciones:

(i) Le baja a su arrogancia que lo ha llevado muchas veces a retar —invariablemente con éxito— al Estado y se disculpa.

(ii) Se mantiene desafiante y se atiene a las consecuencias de enfrentarse a un presidente de México no solo más fuerte que los anteriores, sino a quien no le va a temblar la mano si se ve obligado, para defender su proyecto sanitario, a pone en orden al segundo hombre más rico de México.

Aunque está acostumbrado a salirse con la suya en sus peleas con el gobierno, creo que esta vez el dueño de TV Azteca se rendirá sin dar más pelea. Ricardo Salinas Pliego ya perdió, debe aceptarlo para no perder todavía más.

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